Se suele decir que el ejercicio nos vuelve perfectos. Esta afirmación es más auténtica aun cuando se habla de traducción. La obtención de un título académico en traducción, de hecho, no es suficiente para fingir que no nos importa la titulación de traductor y todavía menos de traductor profesional. Para cualificarse como tal es necesario cementarse en un duro aprendizaje.

Durante nuestra larga experiencia de traductores y revisores de textos especializados de muchas variedades entre sí, hemos deducido que un buen traductor no puede ser ni muy joven ni sin experiencia, porque la capacidad de traducir consiste en poseer, por un lado, conocimientos lingüísticos, culturales y técnicos cuyo aprendizaje requiere tiempo y por otro lado el poseso de cualidades innatas pero que se deben afinar incesantemente. En particular, los conocimientos científicos necesarios para ser un buen traductor comprenden óptimas dotes de escritura, una vasta cultura general, un profundo conocimiento de argumentos específicos, pero sobre todo de práctica. Traducir es sobretodo conocer. Y el conocimiento no se acumula si no después de años de estudio y sobretodo, de ejercitación. Pero, quién es el que puede adquirir mucha experiencia práctica en un mundo como en el de las traducciones, saturado de profesionales (y no profesionales), donde cada vez es más difícil introducirse como freelance? Los traductores internos de los estudios de traducción están facilitados en este sentido, con el fin de enriquecer su profesionalidad, pueden obtener la ventaja del flujo continuo de trabajo, por la variedad de la tipología de los textos que traducen, además de por la posibilidad de poder hacer comparaciones e interfaces con los compañeros para encontrar soluciones a los problemas comunes. El concepto del “in-house translation” ofrece a los traductores ese sentimiento de tutela, de garantía y de serenidad que bajo el perfil laboral, muy a menudo falta en este sector, permitiendo que dediquen por completo y sin que sea de manera continua a la práctica de la traducción perfeccionándose cada día.

Solemos observar como muchas agencias de traducción (así como muchos clientes directos) utilicen jóvenes traductores con poco conocimiento y poca experiencia, extraños a la dinámica de la mejoría continua, para poder ahorrar costes. Esta vía lleva conduce a hacer traducciones llenas de errores, que conllevan numerosas modificaciones de la redacción (a veces hay que volver a traducirlo completamente), considerado que el traductor novato no suele haber tenido la oportunidad de hacer prácticas con varios tipos de textos, que le permitan ampliar de este modo los propios conocimientos lingüísticos y culturales en diversos ámbitos del saber. La ejercitación demuestra, que para conocer mejor el uso de un idioma en los varios sectores, hay que encontrar expedientes aptos para superar los obstáculos que propone la traducción y adoptar en cada caso, estrategias distintas, que desafortunadamente, no siempre están ya prontas y disponibles para que las use el traductor cuando lo necesita, pero de la cuales se adquiere conciencia solo después de un largo y arduo trabajo.

Nuestro invito a reflexionar sobre la importancia del tiempo y de la cantidad para obtener un resultado de calidad de la traducción, porque la traducción madura con la práctica y para convertirse en buenos traductores no existe otra vía que nos sea “moler” diariamente directorios, con tanta dedición, paciencia y sed de conocimiento.

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